Desde lugares muy distantes, soñamos abandonar por unos días la llanura: aquella, la de la urbe bulliciosa, lejana y querida que mira al Mediterráneo, y esta, ciudad matriz, lugar de nuestro origen, punto de encuentro. Hogar de los afectos más seguros.
Así, el deseo de alejarnos unos días de lo cotidiano y buscar un lugar para liberar tanto afecto contenido, compensar ausencias y distancias, fueron determinantes al momento de decidir el destino y el medio: volar en tren hacia las nubes!!!!
Y allá partimos en un recorrido mágico mágico de 16 hs. desde la ciudad de Salta hasta la majestuosa Puna salteña, en uno de los recorridos ferroviarios más altos del mundo: "El Tren a las Nubes".
Muy temprano, al salir, mientras guías y videos recuerdan la apasionante historia de los primitivos habitantes de la región - parte integrante del Imperio de los Incas- nos vamos alejando de los últimos caseríos de la ciudad.
Atrapa nuestra vista una vegetación variada y colorida: la yunga, formación que tapiza la ladera de los cerros hasta casi los 3.000 mts.. Manchones rojizos de ceibos compiten en diseño y colorido con lapachos rosados y amarillos; humildes acacias esparcen sus aromas celestiales; bosques de pinos oscuros; siluetas esbeltas los álamos con hojas del verde más puro; mechas inquietas de sauces llorones y aromos que, tímidos, esparciendo flores alegran el alma.
Mientras el tren avanza, un estado de admiración, de gozo profundo se acrecienta y arrebata el ánimo: es mágico el ascenso hacia las nubes!!! La topografía regala cerros imponentes en la solemne soledad de la Puna. Infinitas formas pincelan alturas de grises verdosos, ocres, rojos,cobres; las grietas profundas dibujan perfiles y marcan contrastes;sus líneas nos hablan de su juventud de siglos; mágicas texturas parecen robadas de sueños.
Manadas de llamas simpáticas, elegantes, rumiando pacientes verdores escasos.
Arriba, en el cielo, purísimas nubes desmechan sus trazas cambiantes y en gesto amoroso abrazan los cerros.
Han pasado varias horas y nuestra retina se esfuerza por conservar tanta belleza; el corazón guarda,celoso,una experienica rica, feliz, inenarrable.
Llegamos hasta los 4.200 mts. donde el Viaducto La Polvorilla ofrece alcanzar el cielo y rozarlo con las manos.
Allá, en lo alto, de un azul purísimo, las cumbres más altas deslíen, sin prisas, sus mágicos rosas anhelando cielo.
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