lunes, 24 de septiembre de 2012

VUELTEANDO POR LA PUNA: SALTA

     Concretando un sueño acunado durante meses, partimos felices con Mael, a Salta.
Desde lugares muy distantes, soñamos abandonar por unos días la llanura: aquella, la de la urbe bulliciosa, lejana y querida que mira al Mediterráneo, y esta, ciudad matriz, lugar de nuestro origen, punto de encuentro. Hogar de los afectos más seguros.
     Así, el deseo de alejarnos unos días de lo cotidiano y buscar un lugar para liberar tanto afecto contenido, compensar ausencias y distancias, fueron determinantes al momento de decidir el destino y el medio: volar en tren hacia las nubes!!!!
Y allá partimos en un recorrido mágico mágico de 16 hs. desde la ciudad de Salta hasta la majestuosa Puna salteña, en uno de los recorridos ferroviarios más altos del mundo: "El Tren a las Nubes".



Muy temprano, al salir, mientras guías y videos recuerdan la apasionante historia de los primitivos habitantes de la región - parte integrante del Imperio de los Incas- nos vamos alejando de los últimos caseríos de la ciudad.
Atrapa nuestra vista una vegetación variada y colorida: la yunga, formación que tapiza la ladera de los cerros hasta casi los 3.000 mts.. Manchones rojizos de ceibos compiten en diseño y colorido con lapachos rosados y amarillos; humildes acacias  esparcen sus aromas celestiales; bosques de pinos oscuros; siluetas esbeltas los álamos con hojas del verde más puro; mechas inquietas de sauces llorones y aromos que, tímidos, esparciendo  flores alegran el alma.




Mientras el tren avanza, un estado de admiración, de gozo profundo se acrecienta y arrebata el ánimo: es mágico el ascenso hacia las nubes!!! La topografía regala cerros imponentes en la solemne soledad de la Puna. Infinitas formas pincelan alturas de grises verdosos, ocres, rojos,cobres; las grietas profundas dibujan perfiles y marcan contrastes;sus líneas nos hablan de su juventud de siglos; mágicas texturas parecen robadas de sueños.



Salitrales blancos invaden el suelo como lentos rios escurridizos. Y el blanco de nieve corona mezquino un cerro lejano nimbado de nubes.



Atrás ya quedaron árboles y flores y nidos y frondas...Sólo los cardones acompañan mudos tamaña belleza y, enhiestos ascienden, lentos, las laderas mientras, los que ya arribaron bordean los filos de las montañas, centinelas mudos de sin igual paisaje. (Centinelas de amor, en la leyenda).


Manadas de llamas simpáticas,  elegantes, rumiando pacientes verdores escasos.

Arriba, en el cielo, purísimas nubes desmechan sus trazas cambiantes y en gesto amoroso abrazan los cerros.


Han pasado varias horas y nuestra retina se esfuerza por conservar tanta belleza; el corazón guarda,celoso,una experienica rica, feliz, inenarrable.
Llegamos hasta los 4.200 mts. donde el Viaducto La Polvorilla ofrece alcanzar el cielo y rozarlo con las manos.




Allá, en lo alto, de un azul purísimo, las cumbres más altas deslíen, sin prisas, sus mágicos rosas anhelando cielo.